NUEVAS FUERZAS
José Luis González Alba
“Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.”
Lucas 24: 36
Esta historia ocurre en un momento crítico de la vida de fe de los seguidores de Jesús, en un momento crítico de la formación de la iglesia y de la misión de salvación.
Jesucristo ha resucitado y está vivo, “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.” Lucas 24: 39.
Si Jesús no hubiera resucitado nuestra fe en él no serviría para nada, 1a Corintios 15: 14. No tendríamos perdón de pecados, ni nueva vida, ni vida eterna en el cielo, porque la muerte que es la paga del pecado no habría sido vencida.
Jesús prometió no dejarnos solos, Mateo 28: 20.
Y es porque resucitó y envió a los creyentes el Espíritu Santo que puede cumplir su promesa de estar con nosotros siempre. De esta manera podemos mantener una relación con él, ser bendecidos y contar con su ayuda en los momentos más difíciles de nuestra trayectoria en este mundo como peregrinos hacia el cielo.
Es porque resucitó y está vivo que en los momentos de persecución, miedo, confusión, dudas, Jesús ciertamente se encontrará con nosotros.
En ese encuentro nos abrirá el entendimiento a su palabra, dando así testimonio de su fidelidad y de que su palabra es la verdad, que podemos esperar confiadamente en lo que nos ha dicho.
En ese encuentro nos mostrará su obra y su voluntad, dándonos testimonio de su victoria.
En ese encuentro nos capacitará por medio del Espíritu Santo con poder de lo alto para servir al Señor sin desmayar, dándonos testimonio de que suyo es todo el poder tanto en los cielos como en la tierra.
Fue en base a estos encuentros con sus seguidores que fueron fortalecidos para seguir creyendo y continuar sin desviarse en lo nuevo que
Jesús tenía para ellos, sin ser vencidos por el miedo, superando los momentos de dificultad y dudas, y realizar la tarea que les había encomendado.
Aquellas nuevas fuerzas fueron mucho más que fuerza física, fue una completa renovación y revitalización. Fue ánimo, valor, entendimiento espiritual, visión, motivación, empoderamiento divino.
¡Jesús quiere darte nuevas fuerzas! ¡Jesús quiere renovarte, darte vida!
Tiene preparado para ti un encuentro con él, tiene palabra para ti y quiere llenarte de su Espíritu Santo.
Podemos recordar la historia de Elías cuando fue al monte de Dios a buscar a Dios, 1o Reyes 19: 4-18.
Esta historia que nos muestra un momento crítico en la vida de Elías nos está mostrando también un momento maravilloso de encuentro con Dios y de renovación para la vida de Elías.
Elías fue a la búsqueda de Dios y Elías se encontró con Dios. Dios, en su fidelidad y misericordia, revitalizó a Elías.
Aquel encuentro con Dios y la consecuente obra que Dios hizo en Elías le llevaron a superar el miedo por causa de la persecución por su fe; le llevaron a superar su frustración personal y su ansiedad; y le llevaron a conocer a Dios y su obra de una forma más profunda.
Podemos encontrar un paralelismo entre el pan y el agua que Dios dio a Elías y lo fortalecieron, con las palabras que Jesús nos da y nos fortalecen a nosotros; como Jesús dijo: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” Juan 4:14; y “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35.
Y también podemos encontrar un paralelismo entre aquel viento, terremoto, fuego y silbo apacible que hicieron tener a Elías un poderoso y profundo encuentro con Dios y la llenura del Espíritu Santo en nosotros que nos eleva a un nuevo nivel de conocimiento, capacitación y servicio a Dios.
Necesitamos buscar al Señor y comer y beber de su palabra. Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo.
En estos preciosos y maravillosos encuentros seremos fortalecidos, revitalizados, y más, seremos renovados.
Así superaremos el desgaste que traen tanto las situaciones críticas externas a nosotros que nos provocan miedos e incertidumbre, como las situaciones internas que nos provocan frustración, dudas y ansiedad. Podremos entrar a una nueva etapa de un conocimiento más profundo de Dios y una relación más estable con él. Y le serviremos con mayor confianza y dependencia sabiendo que en ningún momento él ha perdido el control de su obra.