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ORACIONES QUE OPERAN CON PODER

José Luis González Alba

Marcos 11:12-14;20-25

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El Señor no te ha salvado en vano.

Hay un altísimo objetivo y es que no te pierdas, es tenerte con él en

el cielo por toda la eternidad. Este es el mayor sentido del evangelio.

Pero también hay otro objetivo que se cumple aquí en la vida en este

mundo y es el desarrollo y culminación del plan divino para ti que él ha

diseñado desde la eternidad.

El Señor quiere que continúes en el camino hasta que llegues a la

meta, pero no de cualquier manera, él quiere que camines con propósito,

quiere cumplir su propósito en ti. Sin duda que el Señor te va a proteger,

“sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la

salvación” 1ª Pedro 1:5. Él quiere que des fruto y llegues a la meta

habiendo realizado tu trabajo, habiendo hecho la obra que te ha sido

encomendada. “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para

buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que

anduviésemos en ellas” Efesios 2:10.

Un buen ejemplo es el apóstol Pablo que finalizando su vida dijo:

“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido

fiel.” 2ª Timoteo 4:7 NTV.

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Para progresar en el propósito divino de tu vida el Señor te va a

capacitar para quitar de en medio de tu camino los montes que te impiden

avanzar en la voluntad de Dios y que te impiden alcanzar el propósito de

Dios.

Pero entonces tendrás que desarrollar la habilidad espiritual de

identificar y quitar primero otros montes, los montes que en tu corazón te

separan de Dios. Es necesario quitar los impedimentos que en tu corazón

hay entre tu y Dios.

No podrás ejercer autoridad sobre lo que te impide tu caminar de

plenitud en Dios si no ejerces autoridad sobre lo que te impide tu correcta

relación con Dios.

Sin duda que esto es así pues el Señor nos insta a mirar primero en

nosotros para luego poder ayudar al otro, Mateo 7:5. El Señor nos enseña

que un ciego no puede guiar a otro ciego, Mateo 15:14.

 

Es necesario perdonar y recibir el perdón de Dios.

El perdón es el instrumento de limpieza y liberación divino

totalmente necesario para la vida y la vida en abundancia que viene de

parte de Dios.

Es necesario el perdón en sus dos vertientes. Pedir perdón por

nuestros pecados y también perdonar a los que pecaron contra nosotros.

No podemos relegar el perdón de pecados solo al momento de

nuestra salvación, pues el perdón es inherente a toda la obra que Dios hace

en nosotros.

Jesucristo no terminó su obra salvadora de cualquier manera, tenía

que hacer todo conforme a la voluntad de Dios. Por esto en los últimos

momentos de su vida clavado en la cruz, para poder ejercer toda autoridad

para salvar dijo: “Padre, perdónalos” Lucas 23:34.

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Es necesario que nuestro corazón esté limpio para hacer sitio a la fe

de Dios, para que la verdadera fe llene nuestro corazón y el pecado no le

quite espacio. El pecado que no se resuelve por medio de la confesión, el

perdón y el arrepentimiento, a su tiempo, generará muerte (Santiago 1:15).

Porque el pecado genera dudas en nosotros, y las dudas compiten contra la

fe. Las dudas frenarán las respuestas de Dios y terminarán por sacarnos del

propósito divino haciendo que seamos árboles sin fruto. Santiago 1:6-8. El

árbol que no da fruto corre el riesgo de secarse.

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Es necesario esta limpieza para que nuestras oraciones de fe no

tengan estorbo. Para que nuestras oraciones operen en el poder de Dios.

Para que nuestras oraciones sean hechas para dar fruto para Dios y lleven

nuestra vida del nivel de dar hojas solamente al nivel del fruto, al nivel

para el que Dios nos ha salvado y llamado.

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Jesucristo estaba llamando a sus discípulos a una vida de fe eficaz y

que por tanto diera verdadero fruto para el reino de Dios. No una vida de

hipocresía que terminaría por secarse.

Les estaba enseñando que esa vida poderosa para establecer caminos

trascendentes era posible por medio de estar completamente en él, sin nada

que los separara de él.

Cuando nuestro corazón está limpio se llena de fe sin dudas y la fe

sin dudas mueve montañas.

 

 

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